Las carreteras no influyen sobre la dispersión exitosa del topillo campesino

    Un nuevo trabajo de investigación contribuye a un mejor entendimiento de los efectos de la fragmentación de hábitats en especies con dinámicas cíclicas, usando al topillo campesino como modelo de estudio.


    En la sociedad actual, el número y extensión de carreteras para vehículos a motor ha alcanzado niveles sin precedentes, aumentando el impacto ecológico de la población mundial durante las últimas décadas. Mundialmente, las carreteras cubren mas del 20% de la superficie terrestre, y casi la mitad de cualquier localización europea se encuentra a menos de 1,5 km de la infraestructura más cercana.

    Los efectos de las carreteras sobre los animales salvajes son diversos, y abarcan desde impedir su movimiento hacia nuevas áreas, modificar su comportamiento con el fin de evitarlas o la propia mortalidad como consecuencia de los atropellos. El resultado de todo ello es un aumento de la fragmentación de los hábitats y el aislamiento de las poblaciones, lo que podría tener consecuencias sobre la salud genética de las poblaciones y, en última instancia, comprometer su viabilidad a largo plazo.

    El grado de afectación de estás infraestructuras sobre las especies depende de múltiples aspectos, tales como el tipo de carretera, la presencia de pasos de fauna o el volumen de tráfico. Por el contrario, esta afectación se verá amortiguada para aquellas especies con gran capacidad de movimiento o importantes fluctuaciones en su tamaño poblacional a lo largo del tiempo, lo que también podría limitar nuestra habilidad pare detectar dichos efectos.

    Conocer la forma en que las carreteras afectan a especies con dinámicas cíclicas es fundamental, sobretodo cuando se trata de especies con importantes repercusiones socio-económicas como el topillo campesino (Microtus arvalis). La correcta identificación de estas barreras podría ayudar a predecir y controlar la dispersión de las enfermedades relacionadas con los topillos, como la tularemia o la fiebre Q, con un impacto potencial para la salud humana. Por otro lado, estos datos sobre la dispersión de la especie también serían de gran utilidad para contener las plagas en determinados momentos y minimizar sus impactos sobre la agricultura.

     

    Área de estudio atravesada por una autovía.

    Gracias a un proyecto del plan Nacional (MOVITOPI-CGL2015-71255-P) cofinanciado por el Fondo Social Europeo, científicos del Grupo de Gestión de Recursos Cinegéticos y Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), en colaboración con investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Tasmania (Australia), han estudiado el efecto de las carreteras sobre las poblaciones de topillo campesino en diferentes localidades de la meseta Norte de la península Ibérica, concretamente en la comarca de Tierra de Campos, área predominantemente agrícola de Castilla y León.

    Durante el verano de 2017, año posterior a un importante máximo poblacional de la especie, se capturaron 1.757 topillos en 30 áreas de muestreo atravesadas por diferentes tipos de infraestructuras, tales como caminos rurales, carreteras nacionales y autovías, en un diseño espacialmente pareado con el fin de evitar posibles confusiones entre características intrínsecas de las poblaciones y los posibles efectos de las carreteras. De las muestras biológicas obtenidas de los animales se extrajo el material genético (ADN nuclear) y se analizaron una amplia variedad de parámetros genéticos, tales como las relaciones de parentesco entre individuos capturados o la diversidad genética de las poblaciones.

     

    Área de estudio atravesada por una pista rural.

    Tras el tratamiento estadístico de los datos, los científicos no encontraron diferencias genéticas entre las poblaciones que pudieran ser atribuibles a la presencia de carreteras. Una de las explicaciones propuestas sería que los topillos, coincidiendo con los recurrentes episodios de máximos poblacionales que sufren cada 3-5 años, sufrirían a su vez episodios de dispersión masiva, homogeneizando las poblaciones y mitigando el posible impacto de la fragmentación por las carreteras. Otra posible explicación sería que las carreteras estudiadas, de entre 8 y 61 años de años de antigüedad, no lleven el suficiente tiempo fragmentando las poblaciones como para que esto se refleje en la composición genética de las mismas.

    El presente trabajo contribuye a un mejor entendimiento de los efectos de la fragmentación de hábitats en especies con dinámicas cíclicas, así como de la importancia de realizar diseños experimentales robustos y espacialmente replicados en ciencias experimentales.

    Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en: