Las plumas de perdiz roja y el pelo de conejo podrían ser utilizadas para evaluar el riesgo ecotoxicológico derivado de la contaminación minera y discriminar entre áreas contaminadas y no contaminadas en ecosistemas terrestres
La contaminación debida a la liberación de metales al medio ambiente es uno de los muchos impactos ambientales de la minería metálica. Entre los metales liberados podemos encontrar algunos conocidos por su alta toxicidad y persistencia, como el arsénico (As), el cadmio (Cd), el plomo (Pb) o el mercurio (Hg); pero también otros como el zinc (Zn), el hierro (Fe) o el cobre (Cu), que aunque son elementos esenciales –los seres vivos los necesitamos para vivir–, pueden resultar tóxicos cuando se acumulan a concentraciones demasiado elevadas.
En espacios naturales afectados por la minería metálica, es fundamental biomonitorizar los niveles de contaminación por metales a lo largo del tiempo, esto es, evaluar el grado de exposición de la fauna silvestre a los metales contaminantes y sus posibles efectos sobre la salud, con el fin de valorar los riesgos asociados y prevenir impactos sobre la conservación de la biodiversidad.
Analizar la acumulación de los metales contaminantes en determinados tejidos internos –como el hígado o los riñones– de especies consideradas como “centinela”, que son aquellas que advierten riesgos para el conjunto de la comunidad faunística y la salud ser humano, ha servido tradicionalmente para evaluar el grado de exposición al que podría estar sometida la fauna silvestre que habita un espacio natural determinado y los riesgos para su salud.
Por su abundancia, amplia distribución, dieta y posición en las cadenas tróficas, tanto el conejo como la perdiz roja pueden ser buenas “especies centinela” de la contaminación ambiental en los ecosistemas terrestres.
Sin embargo, medir la acumulación de metales en los riñones o el hígado de un animal requiere necesariamente su sacrificio, por lo que es conveniente optimizar y validar el uso de otras matrices biológicas “no destructivas” o no invasivas, como el pelo de los mamíferos o las plumas de las aves, especialmente en el caso de especies silvestres propias de ambientes terrestres, en las que este aspecto de la Ecotoxicología ha sido menos explorado.
Un grupo de científicos de la Fundación Migres, del Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) y de la Estación Biológica de Doñana (EBD – CSIC) ha desarrollado un trabajo de investigación para evaluar si el pelo de conejo (Oryctolagus cuniculus) y las plumas de perdiz roja (Alectoris rufa) pueden ser usados como matrices biológicas no destructivas para monitorizar la exposición de la fauna silvestre a metales esenciales y no esenciales en espacios naturales terrestres afectados por actividades mineras extractivas.
Para ello, tomaron muestras de hígado, riñón, cerebro y músculo de ambas especies, y de pelo y plumas de conejo y perdiz, respectivamente, de dos espacios naturales diferentes: uno anexo a una concesión minera activa localizada en la Faja Pirítica Ibérica –una provincia metalogénica de importancia mundial intensamente explotada por la minería a lo largo de la historia–, y otro lo suficientemente alejado como para considerarse libre de la presencia de contaminación ambiental, con el fin de ser usado como zona de referencia.
El pelo está principalmente compuesto por queratina, que tiene afinidad para unirse a varios metales, y está constantemente en contacto con el torrente sanguíneo mientras crece, incorporando los elementos presentes en la sangre.
En el caso del Pb y el Cd, los niveles detectados en el pelo y las plumas se relacionaron claramente y de forma positiva con los acumulados en hígado y riñón. De este modo, el análisis de pelo y plumas puede servir para estimar niveles internos de acumulación de estos metales y evaluar el riesgo que suponen para la salud. Por el contrario, estas relaciones no fueron tan evidentes en el caso de metales como el Cu y el Zn, probablemente debido a que se trata de elementos esenciales cuya regulación fisiológica y niveles en los distintos tejidos varían ampliamente en función de factores como la edad, la dieta o el estado de muda.
Al igual que el pelo, las plumas contienen queratina, pero su deposición en la estructura de las plumas solo se produce durante la formación de las mismas, que es cuando están en contacto con el torrente sanguíneo.
Además, se detectaron claras diferencias entre los niveles de metales acumulados en los tejidos de los conejos y las perdices de la zona minera respecto a los de la zona de referencia, también en el caso del pelo y las plumas y especialmente para los metales no esenciales (As, Pb, Cd), confirmando una exposición a la contaminación derivada de la actividad minera para los individuos capturados en esta zona.
Por lo tanto, ambas matrices no invasivas podrían ser utilizadas para evaluar el riesgo ecotoxicológico derivado de la contaminación minera para las comunidades faunísticas en ecosistemas terrestres, así como para monitorizar el grado de contaminación ambiental en ecosistemas terrestres y discriminar entre áreas contaminadas y no contaminadas, al menos cuando dicha contaminación es debida a la dispersión de elementos no esenciales.
Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en:
- Gil-Jiménez, E., Mateo, R., de Lucas, M., Ferrer, M. 2020. Feathers and hair as tools for non-destructive pollution exposure assessment in a mining site of the Iberian Pyrite Belt. Environmental Pollution 263, 114523.