Una evaluación cuantitativa de cómo las hembras y los machos de águila perdicera se reparten las tareas asociadas a la crianza de los pollos proporciona información fundamental para el seguimiento y la conservación de la especie
Cuando se habla de cuidado parental se hace referencia al conjunto de actividades que desarrollan los progenitores de una especie animal para asegurar la supervivencia de sus crías hasta que éstas son capaces de valerse por sí mismas. Estas tareas de crianza están frecuentemente asociadas a un coste biológico para los propios progenitores, que “se juegan la vida” por el bien de sus retoños.
Dentro del reino animal existen multitud de estrategias de cuidado parental. Por ejemplo, en el caso de los mamíferos, la mayoría de las especies han optado por desarrollar una estrategia monoparental, en la que es la hembra la que asume la función de sacar adelante a las crías. Por el contrario, la mayoría de las aves han optado por una estrategia biparental que, como en el caso del águila perdicera (Aquila fasciata) y otras especies de aves monógamas, consiste en que tanto las hembras como los machos asumen un papel en la crianza de los pollos, aunque éste pueda diferir sustancialmente entre ambos sexos.
Las investigaciones sobre la inversión parental en el águila perdicera (Aquila fasciata) y en otras aves rapaces pueden ser importantes para mejorar el seguimiento y las medidas de conservación en este grupo de aves de vida larga (Foto: Carlos González Revelles).
Asumir tareas distintas, aunque sean igualmente esenciales para el desarrollo de los pollos, puede suponer que las hembras y los machos deban invertir diferentes recursos fisiológicos para poder cumplir adecuadamente con sus respectivas tareas, lo que puede conllevar costes biológicos diferentes y generar un conflicto entre ambos sexos por la supervivencia. De este modo, comprender el comportamiento parental del águila perdicera es crucial para realizar un seguimiento efectivo de las poblaciones reproductoras, lo que a su vez es fundamental para mejorar las medidas de conservación de la especie.
En el águila perdicera, la construcción y el mantenimiento del nido precisa el aporte de diversos materiales por ambos progenitores. El aporte de material verde puede regular la temperatura del nido y ayudar a repeler los ectoparásitos (Foto: Carlos González Revelles).
Este ha sido el objetivo de un trabajo científico liderado por la Universidad de Murcia, en el que también ha participado un investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) y otros investigadores independientes, que ha sido recientemente publicado en la revista Bird Study.
Gracias al estudio de 11 parejas de águila perdicera desde el periodo de incubación de los huevos hasta que los pollos fueron capaces de abandonar el nido, los investigadores observaron que las hembras invirtieron más esfuerzo en la incubación, el mantenimiento del nido y la alimentación de los pollos, mientras que los machos contribuyeron más al aporte de presas al nido. Sin embargo, la atención al nido y la alimentación de los pollos por parte de las hembras disminuyeron según avanzaba el periodo de crianza, de modo que ambos progenitores ajustaron su esfuerzo de aporte de presas en relación con la edad de los pollos.
Los resultados del estudio revelaron una clara división en las actividades parentales en el águila perdicera. Excepto en el aporte de presas al nido, la cual fue generalmente efectuada por los machos, el resto de actividades parentales, como la ceba de los pollos, fueron realizadas por las hembras (Foto: Carlos González Revelles).
Los machos de águila perdicera son casi un 30% más pequeños que las hembras. Además, la dieta de esta especie de rapaz está constituida en buena parte por especies de aves medianas y de vuelo ágil y rápido (como las palomas, la perdiz roja y los córvidos), que son generalmente cazadas en hábitats estructuralmente complejos. Por lo tanto, estos resultados parecen confirmar la hipótesis de la “dificultad de captura de presas”, de modo que los machos habrían asumido evolutivamente la mayor responsabilidad en el aporte de presas al nido durante la crianza de los pollos debido a que su menor tamaño y constitución más esbelta les permite ser más eficientes que las hembras en la captura de presas.
La presencia de los progenitores en el nido disminuyó conforme avanzaba el periodo de crianza. Las hembras permanecieron en el nido la mayor parte del tiempo, especialmente durante los primeros quince días, cuando la progenie resulta más vulnerable a las condiciones meteorológicas adversas y a los depredadores (Foto: Carlos González Revelles).
A pesar de que la biología reproductiva del águila perdicera ha sido bastante bien estudiada por la ciencia, hasta ahora no se había realizado una evaluación cuantitativa de cómo las hembras y los machos se reparten las tareas asociadas a la crianza de los pollos a lo largo del ciclo reproductor. Teniendo en cuenta que, como las demás aves rapaces, el águila perdicera es una especie altricial –los pollos dependen por completo de sus padres para obtener comida y protección en el nido–, se trata de información clave para la conservación de esta especie protegida.
Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en:
- Martínez, J. E., Zuberogoitia, I., Escarabajal, J. M., Cerezo, E., Calvo, J. F., Margalida, A. 2020. Breeding behaviour and time-activity budgets of Bonelli’s Eagles Aquila fasciata: marked sexual differences in parental activities. Bird Study (2020).