Las águilas perdiceras con los mejores nidos no son mejores progenitoras

    El seguimiento de 16 nidos de águila perdicera a lo largo de 5 años sugiere que el esfuerzo dedicado en la construcción del nido no actúa como una señal honesta para indicar la calidad parental


    En el mundo animal, el cuidado parental es el conjunto de actividades que desarrollan los progenitores para asegurar la supervivencia de sus crías hasta que éstas son capaces de valerse por sí mismas. Entre la multitud de estrategias de cuidado parental, la mayoría de las aves, entre ellas el águila perdicera (Aquila fasciata), han optado por una estrategia de cuidado biparental, la cual consiste en que tanto las hembras como los machos asumen tareas vinculadas con la crianza de los pollos, incluidas las derivadas de la vital construcción de los nidos.

    Las aves rapaces suelen usar una amplia variedad de materiales para construir sus nidos, presumiblemente debido a sus propiedades aislantes, su idoneidad para señalar la ocupación del nido y/o para disminuir la carga de patógenos y parásitos. En el caso del águila perdicera, que es una especie monógama en la que el macho es de menor tamaño que la hembra, el esfuerzo dedicado a la construcción de los nidos podría ser un indicador de la calidad parental de los progenitores, es decir, de sus mayores o menores probabilidades de sacar adelante a sus pollos.

    Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Murcia, en colaboración con el Grupo de Investigación en Gestión de Recursos Cinegéticos y Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), ha monitorizado 16 nidos de águila perdicera a lo largo de 5 años para estudiar la contribución de cada sexo en la construcción de los nidos, considerando además factores como el tipo de material aportado al nido, la experiencia reproductiva, la calidad del nido y el tiempo invertido en la construcción del nido antes de la puesta de los huevos.

    Los resultados indican que el sexo no es un factor determinante en el esfuerzo de construcción del nido, y que las hembras no incrementaron su esfuerzo parental en respuesta a la contribución del macho. Por otro lado, el suministro de materiales no aumentó durante el período previo a la puesta. Por el contrario, los modelos muestran que (1) el tipo de material aportado al nido por ambos sexos varió significativamente a lo largo del período previo a la puesta; y que (2) el esfuerzo de construcción del nido estuvo determinado por la experiencia individual y la calidad del nido.

     

    Un macho adulto fotografiado durante la temporada de cría de 2008 (a) y un macho diferente en el mismo nido durante la temporada de cría de 2009 (b). En ambos casos, el nido fue ocupado por la misma hembra (Fotos: Carlos González Revelles y Daniel Fernández Arnaldo).

    Esto sugiere que el comportamiento de los machos asociado a la construcción de los nidos y, en general, la inversión por parte de las águilas perdiceras en esta tarea, no pueden considerarse como una señal fenotípica extendida y, por tanto, no actúa como una señal honesta para indicar la calidad parental.

    El uso diferencial de material duro (ramas) y verde (hojas de algunas especies resinosas) por parte de ambos sexos en las etapas tempranas y tardías del período de construcción del nido, y el hecho de que los individuos más experimentados aportaron una mayor cantidad de material en nidos de baja calidad, apoyan la idea de señalización en la ocupación del nido a otras parejas, así como una funcionalidad para la disminución en la carga de ectoparásitos durante el período de previo a la puesta.

    Este trabajo supone una contribución destacada para conocer mejor la biología de una especie de ave rapaz gravemente amenazada, lo que contribuirá positivamente a su conservación.

    Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en: