Contaminantes urbanos y virus SARS-CoV-2

    Una investigación multidisciplinar revela que aunque el material particulado atmosférico emitido por el escape de los motores inactiva el SARS-CoV-2, éste tiene un impacto negativo en la salud humana con implicaciones para la COVID-19 y otras enfermedades


    La contaminación del aire y las partículas asociadas afectan la salud ambiental y humana. El intenso uso de vehículos y la alta densidad de población en las áreas urbanas son las principales causas de este impacto en la salud pública. Los estudios epidemiológicos han proporcionado evidencia sobre el efecto de la contaminación del aire en la transmisión del virus SARS-CoV-2 y la prevalencia y sintomatología de la enfermedad COVID-19. Sin embargo, la relación causal entre la contaminación del aire y COVID-19 aún está bajo investigación.

    Una colaboración multidisciplinar de investigadores del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), la Escuela de Ingeniería Industrial y Aeroespacial de la UCLM, el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la Universidad Complutense de Madrid, el Instituto de Investigación en Combustión y Contaminación Atmosférica (UCLM) y el CMT-Motores Térmicos de la Universitat Politècnica de València, ha abordado la siguiente cuestión: ¿cuánto tiempo sobrevive el SARS-CoV-2 en la superficie de partículas de contaminación de diferente origen?

     

    A la izquierda, uno de los captadores de contaminantes PM10 urbanos usados por el Instituto de Investigación en Combustión y Contaminación Atmosférica (UCLM). A la derecha, laboratorio de células del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la Universidad Complutense de Madrid.

    Se trataba de evaluar la relación entre el uso de combustibles, la contaminación atmosférica y el riesgo de transmisión del virus. Para ello, se caracterizó la persistencia y viabilidad del virus SARS-CoV-2 sobre cinco tipos de partículas del escape de motores y cuatro muestras de partículas de contaminantes atmosféricos PM10. La viabilidad de los virus tras su contacto con las partículas se confirmó mediante sucesivos intentos de aislamiento en cultivos celulares. Los investigadores también midieron la respuesta de las células a los distintos contaminantes.

    Los resultados mostraron que el SARS-CoV-2 permanece en la superficie de las partículas PM10 de los contaminantes del aire. En consecuencia, los niveles atmosféricos elevados de PM10 de las ciudades pueden aumentar el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2. Por el contrario, las partículas de escape de motor inactivan el virus.

    Además, los análisis de cultivos celulares demuestran que el material particulado de la contaminación, y especialmente el del combustible, produce estrés oxidativo y afectan a la inmunidad. Por lo tanto, aunque el material particulado del combustible inactiva el SARS-CoV-2 (el lado bueno), la conclusión del estudio es que tanto el material particulado atmosférico como el del escape del motor tienen un impacto negativo en la salud humana con implicaciones para COVID-19 y otras enfermedades (el lado malo).

     

    Resumen gráfico del trabajo de investigación.

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